domingo, 3 de abril de 2011

LAS GUERRAS DEL FÚTBOL

Suficiente tiene el gobierno colombiano con la guerrilla, los paramilitares, los narcotraficantes, los delincuentes comunes, los de cuello blanco y con tanto bandido como para tener qué luchar contra las violentas y mal llamadas barras bravas del fútbol.

Han sido débiles las autoridades. Y si bien es cierto este es un problema social profundo que no solo debe ser tema de policía en la represión, también lo es que nos cogió ventaja y somos miles los que abandonamos los estadios por la violencia.

Este fin de semana el Deportivo Cali debió llegar en una tanqueta al estadio de Tuluá mientras que el Esmad de la policía nacional lo hizo en el bus que debieron ocupar los integrantes del equipo azucarero. ¡Qué vergüenza!

Horas antes en el Atanasio Girardot los disturbios entre seguidores (si es que así se les puede llamar) del DIM y el Atlético Nacional libraron una guerra sin cuartel en una ciudad que clama para que la dejen en paz. ¡Qué pena!

Dejé de ir al Pascual Guerrero desde hace ocho años cuando asistí a un encuentro entre el América de Cali y el Deportivo Cali. De milagro esa noche no hubo muertos. Pero parecía una batalla campal entre salvajes. ¡Qué tragedia!

Seguramente habrá consejos extraordinarios de seguridad, se aplicarán medidas de excepción, se aumentará el pie de fuerza, habrá drásticas sanciones, etc. etc. etc. Lo mismo de siempre y como siempre. ¡Paupérrimos resultados!

Si no hay cárcel para los agitadores que luego se convierten en asesinos -pues son ya varias las víctimas que han pagado con sus vidas el pecado de llevar puesta la camiseta de su equipo- y sanciones drásticas para los clubes, ¡la historia se repetirá!

Es miserable tener que jugar partidos a puerta cerrada, tener que prohibir el ingreso de menores y frustrar así el anhelo de los pequeños, de hacer afición, fomentar el deporte, todo porque la minoría no piensa. ¡Así estamos!

A las buenas o a las malas el gobierno y las autoridades tendrán que ponerle freno a esto a como dé lugar. No más muertos por el fútbol. No más desórdenes. No más escenarios de guerra en los campos deportivos. ¡No más carajo!

¡Cómo se ven de feo ante el mundo las imágenes de la televisión cuando se va a cobrar un tiro de esquina en cualquier estadio de Colombia y el futbolista tiene que ser cubierto como si fuese un extraditable so pena de ser blanco de la turba!

Y así quieren que los estadios se llenen, que las arcas de los equipos estén saneadas y que el mundo entero diga que somos un país pacífico y de gente buena, honesta y trabajadora. Con el ejemplo de los desadaptados del fútbol, ¡imposible!

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