viernes, 17 de octubre de 2008

ENTRE PARO VIOLENTO Y TERRORISMO...

Se enrareció nuevamente el ambiente laboral en Colombia a raíz de los paros y movimientos de protesta escalonados a los que no nos acostumbramos pero que cíclica y más o menos anualmente les da a quienes los alimentan bajo cuerda -no todos- por reactivarlos.

Corteros de caña, Asonal, Indígenas, revoltosos en la Universidad Pública, Dian, Registraduría, Oficina de Instrumentos Públicos, muchos de quienes aprovechan para sembar el caos y la desolación sin saber siquiera qué diablos es lo que reclaman. Porque los mandan.

En el caso de Asonal por ejemplo, exige setecientos mil millones de pesos y el gobierno ordena 150 mil millones y levantan el movimiento. ¿Quien los entiende? Los indígenas destruyen carreteras, árboles, postes de energía como si fuesen los culpables de su situación.

Algo similar y quizá más violento e inexplicable que incluye quema de vehículos en la avenida Pasoancho (como si el automotor, su propietario o el conductor si es público tuviesen la culpa), hacen cada que les da la gana un grupúsculo minoritario de Univalle.

¿Dónde está la mayoría si es que se opone a los actos violentos y a que por lo menos una vez a la semana se cierre el claustro para que aquellos puedan hacer vandalismo a mano armada de explosivos y quien sabe qué más en la vía pública?

Y eso que ahora no se sumaron los camioneros que anualmente también se paran a lado y lado de las carreteras. Temita del cual también nos vamos hastiando. No solo en este, sino en todos aquellos casos que se vuelven eterno y repetitivos. ¡Ah! y faltan salud y educación.

Muchas de las peticiones son válidas. Y la mayoría de las formas en que las hacen son repudiables. Está claro que son problemas estructurales y de fondo. Que no encuentran las respuestas sólidas y de largo plazo por ser el nuestro un Estado débil.

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