lunes, 18 de abril de 2011

¿SANTOS VS URIBE?

Sí y no. Depende. Muchos quisieran. De momento no logran enfrentar al ex presidente Álvaro Uribe Vélez con el actual mandatario de Colombia Juan Manuel Santos Calderón. Ambos prudentes, respetuosos y cada uno en su línea divisoria.

El primero con todo derecho de defender su obra de gobierno frente a muchos opositores radicales y algunos que con cierta neutralidad y objetividad cuestionan sus ocho años de gestión en especial la de la reelección por los escándalos recientes.

El segundo quien pese a ser uno de los alfiles del huésped de El Ubérrimo especialmente como ministro de Defensa, le imprimió un giro de 180° a lo que hasta el 7 de agosto de 2010 había sido el programa de gobierno de entonces.

Santos Calderón con astucia, mesura, energía y mucho cálculo, redireccionó las relaciones internacionales de Colombia con el mundo, especialmente con Venezuela y Ecuador e internamente con la oposición y las Cortes. Sumó puntos.

La revista Semana en su más reciente edición lo ubica como el naciente líder regional para América Latina al llamar la atención ante la ONU sobre las ayudas para la reconstrucción de Haití y conseguir la presidencia de la UNASUR.

Adicionalmente con la consecución de un escaño en el Consejo de Seguridad y la forma como le habló al presidente de Estados Unidos Barak Obama y los avances logrados con el TLC no solo con ese país sino con la Unión Europea.

Uribe Vélez no debe estar muy contento con las actuaciones de Santos Calderón y así lo deja entrever con su nuevo juguete de Twitter aunque todavía no de la manera desabrochada y guerrerista como lo acostumbró durante su gobierno.

No logran, quienes desean un enfrentamiento abierto y frontal, desestabilizar la razón y mesura de ambos para desestabilizar la relación personal, la Unidad Nacional y seguramente pescar en río revuelto tras fracturar lo que se construye.

Álvaro Uribe fue un gran presidente cuando Colombia requirió de su servicio. Hoy, contrario a lo que hizo Belisario Betancur, recorre el mundo y aprovecha para defenderse y lanzar uno que otro dardo. Tiene todo el derecho de hacerlo.

Juan Manuel Santos fue el presidente que elegimos la mayoría de colombianos cuando pensamos que había sido suficiente el papel de su antecesor. Y está en todo su derecho de andar su propio camino. El mismo que se forjó durante años.

De momento, los opositores tendrán que esperar si desean ver la pelea del siglo Uribe vs Santos. Y quienes deseamos paz política entre ambos lucharemos para que las locomotoras sigan avanzando a favor de un país en paz y con justicia social.

domingo, 10 de abril de 2011

TLC: EL QUÉ Y EL CÓMO

El Presidente de Colombia Juan Manuel Santos Calderón continúa en una racha excepcional de triunfos en el panorama internacional, ahora con los avances del TLC con EE.UU. y sus viajes a España y Alemania.

Dos jugadas magistrales en su talante fueron las de llamar la atención mundial sobre el incumplimiento de los países amigos para con Haití, ni más ni menos que desde la ONU, para obligarlos a volver sus ojos en el tema de la reconstrucción.

Y durante su tercer encuentro con su par de Venezuela, Hugo Chávez en Cartagena, invitar a su homólogo Porfirio Lobo de Honduras para comenzar a abrir el camino que le permita a esa Nación centroamericana regresar al seno de la OEA.

En Europa se reunirá con el Rey de España, el Jefe de Gobierno y en Alemania hará lo propio con Jefe de Estado y Canciller con el fin de atraer la inversión a Colombia y ultimar detalles que le permitan ratificar y aprobar el TLC con la Unión Europea.

Sin duda los Tratados de Libre Comercio son una herramienta útil en un mundo globalizado, de apertura de fronteras, dinamización de economías, pero ante todo, de competitividad para la que se tienen que preparar los estamentos productivos.

El que acaban de empujar Santos-Obama no es la excepción. Lo que mortifica es que hubiese sido ese país el que impuso las exigencias, las condiciones, la hoja de ruta del gobierno, la agenda que deberá seguir el Congreso colombiano.

En el tema de Derechos Humanos y de trabajadores queda una sensación amarga de intromisión. Pero adicionalmente al descubierto como que no se estaban manejando ambos temas como debe ser. Y Colombia, ¿qué exigió?

Nada. Seguimos sometidos a la voluntad del poderío norteamericano y del Congreso -especialmente del ala demócrata- de esa Nación que desconoce que su mejor aliado desde la frontera sur con México hasta la Patagonia es Colombia.

No obstante y contrario a lo que se percibía hace algunos meses y años recientes, las más poderosas Centrales Obreras de Colombia recibieron sin tanto recelo como en principio exteriorizaron, los avances en materia de TLC.

El presidente Santos Calderón sigue sorprendiendo a los incrédulos y a los que durante su campaña, sin conocerle en profundidad, se mostraban escépticos para un mandato de quien se preparó toda la vida para llegar a la Casa de Nariño.

A todo lo anterior se suma el que Colombia asumiera la presidencia de Unasur con la ex canciller María Emma Mejía, independiente de si el organismo sirve o no en el contexto suramericano. El hecho es que logró esa casilla.

domingo, 3 de abril de 2011

LAS GUERRAS DEL FÚTBOL

Suficiente tiene el gobierno colombiano con la guerrilla, los paramilitares, los narcotraficantes, los delincuentes comunes, los de cuello blanco y con tanto bandido como para tener qué luchar contra las violentas y mal llamadas barras bravas del fútbol.

Han sido débiles las autoridades. Y si bien es cierto este es un problema social profundo que no solo debe ser tema de policía en la represión, también lo es que nos cogió ventaja y somos miles los que abandonamos los estadios por la violencia.

Este fin de semana el Deportivo Cali debió llegar en una tanqueta al estadio de Tuluá mientras que el Esmad de la policía nacional lo hizo en el bus que debieron ocupar los integrantes del equipo azucarero. ¡Qué vergüenza!

Horas antes en el Atanasio Girardot los disturbios entre seguidores (si es que así se les puede llamar) del DIM y el Atlético Nacional libraron una guerra sin cuartel en una ciudad que clama para que la dejen en paz. ¡Qué pena!

Dejé de ir al Pascual Guerrero desde hace ocho años cuando asistí a un encuentro entre el América de Cali y el Deportivo Cali. De milagro esa noche no hubo muertos. Pero parecía una batalla campal entre salvajes. ¡Qué tragedia!

Seguramente habrá consejos extraordinarios de seguridad, se aplicarán medidas de excepción, se aumentará el pie de fuerza, habrá drásticas sanciones, etc. etc. etc. Lo mismo de siempre y como siempre. ¡Paupérrimos resultados!

Si no hay cárcel para los agitadores que luego se convierten en asesinos -pues son ya varias las víctimas que han pagado con sus vidas el pecado de llevar puesta la camiseta de su equipo- y sanciones drásticas para los clubes, ¡la historia se repetirá!

Es miserable tener que jugar partidos a puerta cerrada, tener que prohibir el ingreso de menores y frustrar así el anhelo de los pequeños, de hacer afición, fomentar el deporte, todo porque la minoría no piensa. ¡Así estamos!

A las buenas o a las malas el gobierno y las autoridades tendrán que ponerle freno a esto a como dé lugar. No más muertos por el fútbol. No más desórdenes. No más escenarios de guerra en los campos deportivos. ¡No más carajo!

¡Cómo se ven de feo ante el mundo las imágenes de la televisión cuando se va a cobrar un tiro de esquina en cualquier estadio de Colombia y el futbolista tiene que ser cubierto como si fuese un extraditable so pena de ser blanco de la turba!

Y así quieren que los estadios se llenen, que las arcas de los equipos estén saneadas y que el mundo entero diga que somos un país pacífico y de gente buena, honesta y trabajadora. Con el ejemplo de los desadaptados del fútbol, ¡imposible!