sábado, 3 de marzo de 2012

LA OTRORA MAJESTAD DE LA JUSTICIA

Quizá fue la Corte Suprema de Justicia del entonces holocausto (1985) la que encarnó hasta hoy la verdadera y última majestad de uno de los tres poderes públicos en Colombia.

Los hechos de los años recientes demuestran que muchos colombianos perdimos la credibilidad, el respeto absoluto y la confianza que otrora nos brindaban jueces, abogados, fiscales e integrantes de la rama judicial.

Lo más reciente es el tristemente célebre episodio de la compleja elección, controvertida gestión y ahora renuncia de la Fiscal General de la Nación, Vivian Morales.

Produce vergüenza que el Consejo de Estado anule una determinación de la Corte que deja entrever que efectivamente su mamadera de gallo en elegir el sucesor de Mario Iguarán fue política y en contra del ex presidente Álvaro Uribe.

Los escándalos del Consejo Superior de la Judicatura y el horrible carrusel de las pensiones de magistrados, amigotes, amigotas y familiares, produce asco y dejan al descubierto que huele mal por dentro el sector de la justicia.

Todo son contar los tentáculos del narcotráfico, los grupos de paramilitares y corruptos de cuello blanco, con la anuencia de muchos abogados, que lograron permear muchas esferas de la hoy cuestionada justicia en Colombia.

¡Cómo añoramos la majestuosidad, pulcritud, rectitud, transparencia de un Reyes Echandía como presidente de la Corte Suprema de Justicia que aniquiló el M-19 en su cruenta toma.

En un país en el que clamamos justicia y la justicia se derrumba.

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