lunes, 21 de marzo de 2011

DE JAPÓN A LIBIA

Desconcierta que tengan que ocurrir tragedias como consecuencias de fenómenos naturales y ataques con sentimiento de guerra provocadas por el hombre para que la comunidad mundial tome cartas en el asunto.

Lo primero fue la combinación de terremoto y maremoto que antecedieron al tsunami que afectó severamente el archipiélago Nipón y la consecuente ruptura de la planta nuclear de Fukushima con sus letales efectos radioactivos.

Lo más reciente es la intervención de los aliados contra las bases militares de Libia y la propia sede del tirano Muamar Gadafi gracias a una aprobación que en ese sentido emitió el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas.

En el caso de Japón fue necesario una alerta mundial sobre el riesgo que implica generar energía eléctrica a usando como combustible minerales radiactivos como el uranio y el plutonio en turbinas de aire caliente a presión.

Pero callan al cuando se construyen actualmente en el planeta cerca de setenta nuevas plantas nucleares que se sumarán a las quinientas existentes aún en países que no tienen la suficiente seguridad para su manejo y administración.

Tampoco los han tenido Rusia ni Estados Unidos que ya han visto cómo escapes en sus plantas ponen a tambalear la seguridad de la salud por el viaje de nubes radioactivas que producen cáncer en quienes se ven afectados por su accionar.

Pero además causa hilaridad que los expertos de la ONU se hubiesen tomado ¡42 años! para decirle a un asesino y cruel tirano que se ha robado más de 120 mil millones de euros de su país, que se largue así como así.

La doble moral de los gobiernos interesados en el petróleo que se pavonearon tomándose fotos con Gadafi -apoyado por Hugo Chávez-, y guardando un silencio cómplice en la compra de propiedades en muchos países como Italia y España.

Ojalá acciones tan dolorosas como la ocurrida en el país oriental sirvan de enseñanza para la humanidad y se busquen opciones en la generación de energía frente a la riesgosa nuclear antes de que sea demasiado tarde.

Y que los países subyugados por tiranos aprendan la lección de Egipto y se crezca el efecto dominó sobre cómo derrocar pacíficamente con la voz del pueblo acudiendo a las Redes Sociales, a esos miserables.

Pero entregárselos a la justicia para que los juzgue, no para que se jubilen de una vez y se vayan a disfrutar de lo que le han robado al pueblo, sometido por acción u omisión, así sea con la venia de la ONU.

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