domingo, 21 de noviembre de 2010

NATURA NO ES LA CULPABLE

De acuerdo con el Ideam Colombia vive el más drástico invierno de los últimos sesenta años y según el pronóstico de los científicos se prolongará por lo menos hasta el primer o segundo trimestre de 2011.

La generalidad de los medios es culpar de las tragedias a la naturaleza, bien sea por invierno o verano intensos, con sus consecuencias -desbordamientos, inundaciones, deslizamientos- movimientos sísmicos, tsunamis, entre otros.

Natura no es ni culpable ni responsable pues no solo no piensa sino que no tiene en sus entrañas la intención de hacerle daño al ser humano. Simplemente actúa como lo hace desde que se formó la tierra en el universo.

Somos nosotros quienes por acción u omisión provocamos, con nuestras actuaciones, situaciones catastróficas en el mundo entero. Pero no aprendemos de los desastres y hecatombes que generan las sociedades.

Por supuesto que no es fácil enfrentar la naturaleza en condiciones adversas cuando hombres y mujeres se disponen a su merced, bien por la fuerza de sus necesidades, por acciones politiqueras o algún interés particular.

En Colombia no es diferente. En cada ciclo la historia se repite. Y ni los planes de prevención operan óptimamente ni la respuesta es la adecuada. Mucho menos la atención de los damnificados.

Tampoco éstos acatan los llamados de emergencia ni las alertas tempranas pues no tienen opción, primero de cuidar lo poco que tienen, y segundo de acudir a lugares seguros donde se les garanticen su integridad y bienes.

Es una debilidad del Estado que ve cómo cada que ocurre una acción de la naturaleza no tiene las herramientas suficientes ni adecuadas y menos los recursos dispuestos para la atención y recuperación post emergencias.

La mayoría de los casos tiene que ver con la acción de una sociedad que debe buscar un lugar para vivir a como dé lugar sin importar su seguridad. Bien sea a la orilla de un rio o en una ladera con riesgo de deslizamiento.

También existe la acción miserable de algunos politiqueros de turno o funcionarios -públicos y privados- corruptos que se aprovechan de la miseria humana para generar invasiones y urbanizaciones piratas que se convierten en cementerios.

No estamos preparados para enfrentar emergencias. Tampoco existen programas continuos en el tiempo para su aplicación y desarrollo. Mucho menos recursos suficientes para prevenir y atender desastres.

Y si con todo lo anterior es literalmente imposible enfrentar exitosamente cada año un periodo de lluvias como el que se registra en de todos los departamentos de Colombia, aun así, no aprendemos.

Este tema se debe convertir en política de Estado a largo plazo. Con prevención y castigos severos para los responsables de poner en riesgo a hombres y mujeres que por su necesidad prefieren ceder.

La necesidad tiene cara de perro. Pero mientras en Colombia ha llovido este año, llueve y seguirá lloviendo, no aprendemos. Y lo peor es que el invierno y sus nefastas consecuencias se convierten en negocio.

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