domingo, 15 de agosto de 2010

La Corte y Los Toros

La Corte Constitucional tiene una decisión trascendente para Colombia esta semana: Incluir o no en la ley de protección de animales, entre otros, a los toros de lidia, y con ella, acabar la fiesta brava, las corridas.

Decisión que claramente está en el corazón de las tradiciones colombianas, como lo son también las riñas de gallos, el coleo, las corralejas, entre muchas otras que hacen parte de una cultura ancestral, histórica y milenaria.

Me concentraré en los toros de lidia como quiera que es un ejemplar que amo (¿?) admiro y respeto; por afición y en calidad de Presidente de Astauros -apoyo igualmente todas aquellas manifestaciones que acabo de mencionar-.

A título personal y como representante de la Asociación de Cronistas Taurinos, comenzaré por la Corte. Como hombres y mujeres respetuosos del Estado de Derecho, acataremos cualquier decisión que tomen los magistrados.

Lo que no implica que debamos necesariamente compartirla. De lo que sí estoy seguro y tranquilo es que si el concepto que emitan los togados se hace con base en el Derecho, no hay motivo para acabar las corridas.

Son más de 24 los artículos de la Constitución Política de 1991 que respaldan la libre determinación y albedrío de los colombianos a optar por su condición política, de credo o cultura; así, los argumentos de quienes se oponen, pierden validez.

Infortunadamente para las altas Cortes y para el país, su imagen se desdibujó ostensiblemente durante el gobierno Uribe Vélez por unos enfrentamientos que les hicieron perder el otrora respeto absoluto que hacia el poder judicial sentíamos.

Es así como muchos abogados consideran que aquellas -las Cortes- se dedicaron fue a legislar, tarea del Congreso que representa la parte política o politiquera, y no a actuar en Derecho que es lo que le corresponde a esa Rama del Poder Público.

Paso al tema de los toros. Durante una faena se busca hacer la más estricta selección genética del bravo para alcanzar cada vez más pureza en una raza que por su fenotipo, es, al lado del caballo de paso fino colombiano, para mi gusto, la más hermosa de la naturaleza. Digna de conservar.

El indulto sería el premio a la continuidad de encastes que le permitiría además al ejemplar que adquiera ese derecho, regresar al campo a padrear las vacas cuyas reatas transmitirán los genes de bravura, casta, nobleza, raza y trapío, entre otros.

El toreo lo vemos desde el arte como un ritual de orígenes sacro y pagano donde se conjugan belleza con fuerza, y si bien tiene momentos fuertes, está demostrado, científicamente, que no alcanza los niveles que falsamente se pretende mostrar.
Por principios, no polemizo con la mayoría de quienes se auto denominan anti taurinos. No por miedo o temor. Por otras razones. La más importante es por su violencia y violación de elementales derechos humanos de respeto y caballerosidad.

Son pagados por ONG´S internacionales y por gobiernos como los de Holanda y Dinamarca; no todos, pues tengo excelentes amigos que no gustan de las corridas, y son personas a carta cabal. Los taurinos no nos vendemos. Pensamos.

Nunca, jamás nos pondremos de acuerdo pues parten de hipótesis falsas, y en filosofía está demostrado que así se llega a conclusiones falsas. Se apoyan en sofismas que distorsionan la verdad. Veamos unas pocas.

El más cacareado y falso: que disfrutamos con el dolor del toro y que éste sufre las peores aberraciones antes de llegar a la Plaza para que esté disminuido en sus fuerzas físicas. Desconocimiento que raya con la calumnia y la injuria.

Tampoco polemizo frente a la pesca con cuchara (anzuelos de cuatro y más garfios), de las gallinas que pasan sus vidas en jaulas de veinte centímetros cuadrados solo para ponerles huevos para los taurinos y los anti taurinos. Las ballenas…etc.

Habría que cerrar las centrales de sacrificio en Colombia y el mundo pues los sistemas que se utilizan en la mayoría de los pueblos, esos sí son aberrantemente violentos. Incluidos los modernos mecanismos en las grandes ciudades.

Argumentan los contradictores de las corridas que son para una minoría. ¡Qué pobreza! Justamente la Constitución Política de Colombia exige respeto ¡por las minorías! Aceptemos el desconocimiento. Pero no lo justifiquemos. Hay que estudiar. Al menos leer un poco.

En resumen: respeto a quienes no gustan de las corridas de toros. Rechazo a los autodenominados anti taurinos violentos. Confiemos en que la Corte Constitucional actuará en Derecho. Si es así, respetaremos su decisión.

Que no ocurra lo del Parlament de Cataluña. Una determinación politiquera, independista, autoritaria, prepotente, prohibicionista, consecuencia del odio visceral que sienten por España y por Madrid.

Prueba de ello es que la diferencia fue solo de cinco votos. Se respeta. Pero no se comparte. Y existen instancias superiores.

Dios nos libre de algo semejante en Colombia. Por la perpetuidad de la raza del majestuoso y único toro bravo sobre la naturaleza.

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