De acuerdo con la más reciente encuesta realizada en Colombia la aceptación y popularidad del presidente Juan Manuel Santos Calderón cayó a un 58% entre los consultados por la empresa Ipsos Napoleón Franco.
Se había demorado mucho en registrarse esa tendencia como quiera que usualmente se registra al cumplirse el primer año de un Jefe de Estado por el desgaste natural que representa gobernar un país.
En este caso debemos tener en cuenta que Santos es un experto jugador de Póker. Por lo tanto no solo sabe de estrategia sino de tácticas de allí que muchos aún se preguntan si traicionó a su antecesor Álvaro Uribe Vélez.
La encuesta llegó en un momento en que la revista Time lo saca esta semana en su portada (para la edición por fuera de Estados Unidos) y cuando acaba de tener una sobre exposición de medios durante la Cumbre de las Américas.
Santos procedió una vez ganó las elecciones a conformar una “sólida” Unidad Nacional con todos los partidos –con excepción de El Polo si es que queda algo- y eso le valió mantener la sartén por el mango y la tenaza de su lado.
Lo que ocurre es que el pueblo no lee Time, sintió el rigor de el mal trato que sufrió en Cartagena durante la cumbre, no hace parte de la Unidad Nacional y es el más afectado, por ejemplo, con el invierno. Ese es el punto.
Es claro que aparentemente y de acuerdo con algunos indicadores económicos, Colombia va por buen camino, inflación controlada, desempleo, dicen, con tendencia a la baja, inversión extranjera en niveles aceptables.
No obstante cuando se habla de disminución de los índices de pobreza, los estratos, con excepción de los 5 y 6 que no la sienten, no los perciben quienes habitan en esos niveles. Y de la inseguridad, especialmente en las ciudades, ni hablar.
Realmente no debe sorprender que la tendencia sobre aceptación y popularidad entre los colombianos de un pura sangre de estrato altísimo como el presidente Santos tenga una tendencia a la baja. Es además el desgaste normal del poder.
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