martes, 18 de enero de 2011

REFLEXIONES TAURINAS

Al comenzar las temporadas taurinas de Medellín y Bogotá y concluir las ferias de Cali y Manizales conviene hacer un análisis de lo que ocurrió en Cañaveralejo y en la Plaza de Toros de la Capital de Caldas con ánimo constructivo.

La primera lección es que existe una necesidad marcada de unión entre todos los estamentos de la Fiesta para que ésta se oxigene y recupere la calidad en el espectáculo y la cantidad de aficionados que registró hace dos décadas y antes.

El hecho más notorio en Cali y Manizales fue la drástica disminución de asistentes a los festejos -contrario a lo que ocurrió en la temporada de novilladas pre Feria en la capital vallecaucana, que contó con patrocinio privado- y allí caben varias reflexiones.

Hasta tanto exista relevo generacional entre la afición, el espectáculo por si solo tenderá a la baja. Por lo tanto, contrario al ambiguo pronunciamiento de la Corte Constitucional, se debe aumentar el número de festejos menores durante el año.

Es necesario acabar con el cacareado tema de que no hay más novilleros porque no se dan suficientes novilladas y que no se dan más novilladas porque no existen suficientes novilleros. Si no hay divisiones menores como en el fútbol nos meteremos un autogol.

Lo segundo es que si no se bajan precios y costos –ni siquiera ponerles techo sino reducirlos- será difícil seducir, atraer, convocar aficionados y/o público, que no es lo mismo, pero si complementario. Y esa debe ser tarea de todos.

Considero que un paso a seguir es revisar, mediante un estudio de contabilidad y estadística, hasta dónde se podrían bajar los precios en las localidades para fijar metas en las contrataciones de ganaderías, toreros y otros estamentos de la Fiesta.

Formular entonces hacer una cordial invitación por parte de las empresas de América, México, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, a las figuras, sobre la imperiosa necesidad de sensibilizar honorarios so pena de poner en peligro los ingresos de todos.

De lo contrario pensar en iniciar una nueva época con toreros, que si bien no están en el escalafón de los cinco primeros, son toreros de calidad y categoría para defender las arcas de las empresas que de ver caer sus balances de P y G tocarían ruina.
No es lo ideal pues las figuras son necesarias pero algo habrá qué hacer para no ver reducir el número de festejos o lo que sería peor, acabar con ferias y temporadas como ya ha ocurrido en plazas de segunda categoría.

Adicionalmente abrir los mercados de las ganaderías (en la obra El toro de lidia en Colombia de Fedegán) figuran 37 hierros que bien podrían contribuir a que aquellas que no corran con suerte en las temporadas se guarden y existan relevos a favor del espectáculo.

Revisar algunas fechas de corridas y/o novilladas que ya no convocan público como el 1º y 2 de enero en Cali y la combinación de carteles de corridas de abrir. Hacer un esfuerzo por iniciar y terminar con carteles muy fuertes y bien rematados.

Implantar un mercadeo agresivo, llamativo, con incentivos, premios y oportunidades que lleve a los abonados a mantener su condición y a los que no lo son a que lo hagan mediante una oferta variada y atractiva de rifas mensuales, descuentos atractivos y la vinculación masiva de empresas.

En Cali, hasta tanto se modifique la Ley Nacional Taurina, designar autoridades ajenas a quienes manejan el negocio, para que al menos, si se equivocan, eso lo entenderá la afición. Pero que sea sin intereses particulares ni dirigidos.

Esto es solo una pincelada de lo que entre todos debemos estudiar y analizar desde ya para mantener la Fiestabrava viva y en todo su esplendor. Mañana podría ser demasiado tarde. Y si no es entre todos y unidos, nos hundimos.

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