domingo, 30 de noviembre de 2008

REFLEXIONES

Noble gesto el del colega Guillermo Díaz Salamanca de arrepentirse públicamente por el daño que pudo hacer en sus acercamientos con DMG. Pero no es suficiente. Si así fuera, el mismo David Murcia Galeano con una carta pública debería quedar libre. Los periodistas NO podemos tener corona. Y todos los responsables en este y cualquier caso se deben dar a conocer. Y así como muchos se envalentonan destruyendo funcionarios públicos, así mismo se debería exigir judicialización para todos los que incurran en cualquier tipo de delito.

Si los opositores al gobierno, incluidos los periodistas y comunicadores tienen pruebas de corrupción contra Tomás y Jerónimo Uribe Moreno, que los lleven a los estrados respectivos. Lo demás no es sino el sucio juego de quienes a costa de la imagen de los huéspedes de la Casa de Nariño pretenden vender sus productos, en muchos casos, como en el del primer párrafo. Si no tienen rabo de paja, déjenlos trabajar y ser exitosos. Y más bien guarden la envidia. Aunque la sientan.

Ardua disputa la que tienen el Valle del Cauca, Antioquia y Bogotá por el liderato de los XVIII Juegos Deportivos Nacionales que se disputan simultáneamente en el primero de ellos y en San Andrés y Providencia. Hegemonía que deja, lejos, a los demás, y que debe llamar a la reflexión de las autoridades nacionales y departamentales. Bien por las autoridades que lograron, en medio de las dificultades y en la mitad del certamen, sacar adelante las justas. Bien por los canales regionales de televisión de la mano del local, Telepacífico.

Muchos colombianos estarían dispuestos a que les rebajen el salario mínimo como lo propuso el ex ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla si él renuncia al sueldo que devengue dondequiera que se encuentre (ahora dirá que trabaja sin sueldo ni honorarios), de ser así, pues claro, no tiene sentido que haga esa propuesta pues entonces querría decir que con los millonarios salarios que devengó, inclusive del erario público, tiene definido su futuro. ¡Qué desfachatez!

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