Este domingo 7 de agosto comenzó el segundo año del gobierno del presidente de los colombianos Juan Manuel Santos Calderón con una aceptación que se acerca al ochenta por ciento y con una -hasta ahora- sólida Unidad Nacional.
Hechos los balances y análisis de sus primeros 365 días, viene ahora lo que será la proyección de su gestión que vislumbra buenos augurios, especialmente en materia económica e internacional.
Los colombianos confiamos en que se consolide la seguridad ciudadana y que no sea solo la otrora seguridad democrática que infortunadamente comenzó a tener fisuras sobre todo por el ya conocido accionar brutal de los terroristas de las Farc.
En materia social es inaplazable lograr que el desempleo baje a un solo dígito, entre otras, mediante la inversión extranjera con garantías jurídicas y físicas para quienes deseen apostarle a crear empresa en nuestro país.
Políticamente es lamentable que se hubiese casi extinguido la oposición reflexiva. Digo casi pues solo queda una mínima fracción irreflexiva del Polo a la que absolutamente nada le gusta. Y así es imposible ser reflexivo, objetivo o neutral.
En el campo internacional el presidente Santos tendrá la misión de consolidar sus relaciones de Unasur especialmente con Venezuela (que aún no cumple con el pago de millones de dólares a los empresarios) y con Ecuador.
Un punto fundamental será no solo recuperar lo que destruyó el invierno de 2010-2011 sino, y lo más importante, crear los mecanismos de defensa suficientes para la prevención y atención y evitar que la historia se repita.
Lo anterior en lo macro y exponencialmente contextualizado. No obstante y pese a todo lo positivo que rodea el gobierno Santos, estamos muy lejos de lograr un país en paz y con justicia social en todos los rincones de la Patria.
Desempleo, hambre, miseria, corruptos enquistados en todos los estamentos gubernamentales, paramilitares, guerrilleros, delincuentes, hospitales cerrados y escuelas que amenazan ruina en municipios, veredas y corregimientos…
Santos Calderón ha avanzado y de qué manera, de eso no cabe la menor duda. Un hombre que sorprendió a la inmensa mayoría de los colombianos y de muchos países del mundo desde el día de su posesión.
Sin embargo, falta mucho trecho. Pero principio tienen las cosas y él es un hombre de principios a quien todos los estamentos de la sociedad debemos rodear para sembrar la semilla que nos permita germinar la Colombia que anhelamos.
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