Bienvenidos todos los colombianos o extranjeros secuestrados que sean liberados o rescatados de las garras criminales de sus captores, en este caso los terroristas de las Farc que juegan y hacen política con el dolor de sus víctimas.
Pero no se puede pensar que este sea un gesto de nobleza de un grupo guerrillero que se queda solo en el mundo debido a su atraso y crueldad que no tienen límites, utilizando hombres y mujeres como escudos de sus fechorías acudiendo a delitos de lesa humanidad.
A cuenta gotas. Con la parafernalia que les encanta a los medios de comunicación y a los periodistas. No se dan cuenta que es eso lo que ellos buscan, publicidad. Y en ellos la consiguen. Además, tienen en Jorge Enrique Botero -uno de ellos- un "aliado" que está más de allá que de la neutralidad.
Y por supuesto, tienen a Piedad Córdoba, que no está más del lado de allá, sino ALLÁ, y en gobiernos vecinos, incómodos para Colombia. En un papel que no es ni gratuito ni meramente humanitario. Ella es política y politiquera. Astuta y especialmente sagaz.
El ideal es que no exista un solo secuestrado y que si los van a liberar, los dejen en paz a ellos y a sus familias, y no prolongar la tortura de liberaciones cuando les dé la gana, en las condiciones que ellos exigen y cuando ven que es el momento de volver a sonar.
¡Que liberen a todos los secuestrados inmediatamente y sin condición alguna si lo que pretenden es cambiar o moderar o al menos enviarle algún mensaje al mundo, diferente del que tiene el planeta de ellos: criminales, asesinos y narcotraficantes!
Porque, el show, no debe continuar.
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