Ahí está el resultado. ¡Politiquería! Acuerdo Humanitario, por Piedad. Colombianos por la paz. Incluidos -seguramente Jorge Enrique Botero y Hollman Morris- más de allá que de acá. Y que no me vengan con el cuentico de neutralidad y objetividad periodística.
Eso es una cosa. Otra muy distinta ser apátrida. Apenas el más reciente de los liberados llegaba a su casa después de sortear las babosadas del show mediático apoyado por los medios y ya Cali estaba inundada de pancartas pueblerinas en campaña política. ¡Qué horror!
Y como si fuera poco, las que algunos trataron de comerles cuento con lo de humanitario con la puesta en libertad (como es su obligación) a quienes JAMÁS debieron secuestrar, cínicamente tratan de justificar una nueva masacres de hermanos Awá: las proscritas Farc.
Cruel, infame y cobarde forma de actuatr a mansalva, por la espalda, contra quienes encarnan la nobleza de una etnia que está en libertad de actuar como a bien tenga. Al fin y al cabo está enmarcada en los conceptos legales y constitucionales de Cololombia. Las otras no.
Algún día tendremos que tener un país libre del peor y más execrable de los delitos de lesa humanidad: el secuestro macabro, inhumano que ningún país en el planeta acepta bajo condición alguna. Por eso parecen en la edad de piedra.
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