En pocos días concluirá el año. Para mucho -me incluyo- entramos esta semana en los días más especiales del calendario: la navidad. Tiempo para la reflexión, balances y proyecciones de lo que serán nuestras vidas en el 2009. Al menos lo que deseamos que sean.
Confiamos en que el presidente Alvaro Uribe, por el bien del país, se defina. Si o no. Cualquiera que sea su determinación que la exponga con claridad. Tanta incertidumbre sobre su futuro político o aspiración reeleccionista no ha sido sano para la Nación. Tampoco para la democracia.
Vergüenza es lo que nos queda a los colombianos de bien el balance del Congreso de la República. Encarcelados unos, condenados otros, huyendo los de más allá, escándalos, una producción paupérrima. Definitivamente no aprendemos. Ni ellos. Ni el electorado a acertar.
Queremos un año nuevo sin secuestrados ni pirámides, paracos, guerrilleros y traquetos narcotraficantes que todo lo que tocan o huelen lo contaminan y destruyen, desde los valores éticos o morales hasta miles de vidas de compatriotas de bien y en muchos casos inocentes.
Para quienes amamos al Valle del Cauca que el titulo del fútbol profesional colombiano se quede en el América y que quienes amamos a Cali, contribuyamos a realizar la mejor feria del mundo del 25 al 30 de diciembre próximos. ¡Bienvenidos! Pero desarmados de cuerpo y espíritu.
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